Axel Kicillof celebra una victoria contundente en Buenos Aires gracias al respaldo de intendentes clave; mientras tanto, el bloque de los Menem y Pareja naufraga y revela la derrota de su ambicioso armado electoral. Una elección que redefine la pulseada entre las figuras bonaerenses y reordena los tableros de octubre.
Kicillof y los intendentes: el domo peronista que acorraló a Milei
Axel Kicillof hizo pie en su bastión bonaerense con una contundencia inédita: su victoria en la provincia no apenas consolidó su gestión sino que marcó un frente de poder territorial indiscutible, construido codo a codo con intendentes peronistas de peso. La movilización simultánea y articulada de estos liderazgos locales fue clave—como si el Peronismo reencarnara una fuerza tutelar del interior, capaz de disciplinar al oficialismo nacional desde su núcleo.
El resultado de 7 de septiembre dejó una lectura clara: la construcción política camporista y peronista provincial triunfó sin sobresaltos. Las disputas por el poder interno (entre Kicillof, Cristina y La Cámpora) se dejaron de lado en favor de una unidad táctica que neutralizó cualquier amenaza libertaria.
Pulso bonaerense intacto: la elección no sólo definió bancas legislativas, también amansó a la narrativa de cambio impulsada desde Nación, y fortaleció un armado territorial que proyecta su influencia con lógica de medio plazo hacia las legislativas nacionales.
La debacle de los Menem-Pareja: cuando la “casta” naufraga en su propia trampa
El bloque encabezado por Martín Menem—junto a Pareja y el respaldo de Karina Milei—se derrumbó como una torre construida sobre arenas movedizas. El escrutinio bonaerense fue lapidario: el armado oficialista de la casta fracasó, y la derrota fue tan humillante como el triunfo fue contundente al peronismo.
Atrás quedó esa estrategia de reeditar un poder compartido entre figuras del establishment y el ala ultraliberal. La figura de Martín Menem se desinfló como candidato palaciego, y Pareja no consiguió capital político suficiente para sostener la alianza. Por si fuera poco, en medio del rebrote económico y la angustia social, las promesas de renovación se llevaron por delante.
Este viraje es presentado como un “doble knock-out” que no sólo liquida expectativas sino que reafirma el poder peronista provincial como eje central del tablero bonaerense.
La hoja de ruta bonaerense: repercusiones para octubre y más allá
Lo que pasó en Buenos Aires no es un capítulo aislado. La victoria de Kicillof, con su estructura territorial intacta, fortalece al peronismo frente a un oficialismo desarticulado. Para octubre, la provincia se posiciona como jardin frontal del kirchnerismo territorial.
Por otro lado, la derrota de los Menem-Pareja allana infiernos internos en el oficialismo: queda en evidencia que la “apertura libertaria” no logran construir una base electoral provincial, y la casta política que buscó camuflarse como nueva quedó expuesta como su vieja autocracia reciclada.
Mirando el futuro
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Axel Kicillof emerge como el principal árbitro bonaerense, con capacidad de definir candidaturas, alianzas y nombres si la interna se reaviva.
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La campaña de octubre se encenderá desde el conurbano, con intendentes alineados y recursos logísticos intactos.
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El fracaso de los bloques menemistas genera una nueva sangría interna en las fuerzas libertarias, que deberán reconfigurar su estrategia si quieren sobrevivir en territorio bonaerense.
Fuente: https://primerapagina.info/