Los bancos internacionales están en alerta por la decisión del gobierno de Javier Milei de avalar una ampliación del crédito en dólares, sin necesidad que el deudor genere ingresos en moneda dura.
Moody's puso el énfasis en el posible descalce de monedas, tal como sucedió durante la crisis de la convertibilidad en 2001. Esta calificadora de riesgo advirtió que "la mora de los bancos podría verse presionada por el riesgo de descalce de moneda", es decir, por el hecho de que se le preste al público en una moneda en la que no tiene sus ingresos.
"Al permitir acceder al crédito en dólares a empresas que no generan divisas, se incrementa el riesgo de que ante una eventual suba del tipo de cambio los tomadores de crédito incumplan sus obligaciones", consideró en un informe dado a conocer este martes.
La medida que flexibiliza los créditos en dólares se da bajo la siguiente operatoria: los bancos locales pueden prestar dólares propios o que consigan mediante la emisión de ON. El objetivo es que esos dólares se liquiden en el MULC o se depositen en el sistema financiero, engordando las reservas. El diseño de esta medida guarda similitudes con el efecto blanqueo. Las reservas crecen porque se multiplican los dólares en el sistema financiero. El único interrogante es cómo se va a pagar la cuenta.
El régimen de regularización de activos produjo un incremento exponencial de los depósitos en moneda extranjera. Esto no solo tuvo un impacto relativo en el nivel de reservas brutas sino que potenció de manera notable el financiamiento en dólares al sector privado. Para dimensionar, las empresas con mayor potencial exportador como son las que desarrollan Vaca Muerta, emitieron ON por USD 15.000 millones. A esta altura ya deben el superávit de los próximos dos años.
El fenómeno ya había sido advertido por Martin Redrado. "Debe tenerse extremo cuidado en mantener las normas macroprudenciales. Hay que evitar 'el pan para hoy y hambre para mañana' de una flexibilización en el otorgamiento de préstamos en dólares, muy tentadora para acelerar y maximizar el crédito, con su impacto en la suba de reservas netas", sostuvo la Fundación Capital en un informe que dio a conocer este medio.
Bajo el nuevo esquema, ya se emitieron 8 ONs en dólares por parte de entidades financieras. Moody's destaca que en el segundo semestre ya se emitieron ONs bancarias por más de USD 10.000 millones con los bancos Galicia, Supervielle y Comafi entre los principales emisores.

El sector financiero internacional está preocupado por la cuenta corriente. El gobierno acumula más de siete meses deficitarios que le impiden acumular dólares. Esos dólares que no puede acumular ponen en alerta a los acreedores, inquietos por cobrar.
"Tras la devaluación lanzada por el gobierno en diciembre de 2023, la cuenta corriente en moneda extranjera registró superávits significativos, que disminuyeron debido a la apreciación real gradual del tipo de cambio, lo que llevó a déficits en el segundo semestre de 2024. Para 2025, esperamos que el crecimiento de la producción petrolera y una buena cosecha, con impuestos más bajos, mejoren el saldo de la cuenta corriente en el primer semestre", expresó Bradesco, una de las tres instituciones financieras más importantes de Brasil.
La angustia por la dificultad para juntar dólares que tiene la Argentina se impuso también en la conferencia que organizó el Bank Of America (BOFA) sobre Argentina, donde se presentó la "Argentinopedia" la primera edición de una "guía para el inversor" que elaboró este banco.
Durante las dos jornadas del "Argentina Day" se realizaron 122 reuniones en las que 16 empresas argentinas, entre ellas Supervielle, Edenor y Central Puerto, y 53 inversores discutieron sobre el FMI, las elecciones y el apoyo al gobierno, el dólar y las reformas, tal como reveló el diario Clarin.
Según el informe, Argentina necesita un ingreso significativo de capitales para hacer frente a los pagos de su deuda externa. Si bien el nivel de endeudamiento no es elevado, estimó que el 61% de la deuda está denominada en dólares y tiene una duración corta, lo que genera "presión", especialmente porque Argentina aún no tiene acceso fluido a los mercados de deuda en moneda extranjera.
Como sea, desde la crisis de 2001, todas las gestiones del BCRA sostuvieron como principio que los bancos no den créditos en dólares a empresas o familias que no los generan, ya que uno de los factores centrales de aquella debacle fue la imposibilidad de devolver préstamos en moneda extranjera para quienes ganaban en pesos.
"Desde el ordenamiento financiero internacional bajo el acuerdo Bretton Woods se garantiza la figura del prestamista de última instancia, gran ausente en esta flexibilización. La pregunta es: ¿Quién paga esta deuda en caso de que estas empresas, sujetas a vaivenes internacionales o distorsiones internas, tal como sucedió recientemente con Los Grobo, quiebren? La respuesta puede encontrarse en la crisis del 2008, donde los Estados de economías centrales salieron al rescate de los bancos. En definitiva, esta cuenta la vamos a pagar los argentinos", concluyó el ex presidente de un banco público.